jueves, 28 de marzo de 2013

Crystal Head

Ayer fue mi cumpleaños. Si no saben qué regalarme, regálenme una botella de vodka Crystal Head. No se dejen intimidar por el precio. Sabré agradecer.

sábado, 2 de marzo de 2013

Divagando

Mi amigo G. me recomendó que leyera El líder de la manada como si de un manual de adiestramiento familiar se tratara. Donde leas perro, pon madre, fue su consejo, y puedo asegurar que mi amigo hablaba completamente en serio. Como es natural, tomé buena nota.

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Estuve hablando de toros con Carlos García. Algo ciertamente insólito, no solo porque no sé nada de toros, sino porque, en mi fuero interno, siempre he aplaudido la brutal frase que Pío Baroja dejó escrita en El árbol de la ciencia:
"Los domingos, sobre todo cuando cruzaba entre la gente a la vuelta de los toros, pensaba en el placer que serí­a para él poner en cada bocacalle una media docena de ametralladoras y no dejar uno de los que volví­an de la estúpida y sangrienta fiesta."
En fin, que hablé de toros por primera vez en mi vida. Tuvieron la culpa Juan Belmonte y su biógrafo, Chaves Nogales. Lean Juan Belmonte, matador de toros, como he hecho yo recientemente, y ya me dirán si no es para ponerse a hablar de toros a la primera ocasión que se les presente.

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Y Hemingway, claro.

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Dice Martin Amis que "en cada bar de Andalucía hay una fotografía firmada de Hemingway emborrachándose o persistiendo en su borrachera en compañía del propietario". En los bares que suelo o solía frecuentar, jamás he visto yo una foto de Hemingway, ni borracho ni sobrio. Sí vi durante muchos años, en la taberna del Traga, una foto de Yul Brynner jugando al ping-pong con Vicente el Traga. A la taberna se la llevó el diablo hace mucho tiempo, y con ella desaparecieron la foto de Yul Brynner y otros tantos objetos maravillosos. El Traga, quiero pensar, ocupa entre nuestros recuerdos —los míos y los de mis amigos— un lugar privilegiado. Fueron muchas las botellas de manzanilla La Guita que allí consumimos, muchas las horas que allí pasamos riendo, bebiendo y fumando hachís, es decir, viviendo. Con los trozos de guita que adornaban el cuello de las botellas de manzanilla, Carlos García fabricaba unas diminutas sogas de ahorcado que después regalaba a las niñas para que las lucieran en el pecho anudándolas a un botón de la camisa. 

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No sé de qué manera, como no sea recurriendo a la memoria de unos cuantos supervivientes, podría hacerse el inventario de los extraordinarios y fascinantes objetos que había en la taberna del Traga. Recuerdo, a bote pronto, la cabeza reducida de un jíbaro a la que, según decía Jesús, el sucesor de Vicente detrás de la barra, había que cortarle el pelo cada cierto tiempo; una pareja de lagartos disecados; un ídolo brasileño; un cartel de toros del año de la polca; un grabado en el que aparecía un tosco campesino bailando la danza del cisne al son de un gramófono; un busto de Manolete; un dibujo abstracto que, no sé por qué, me hacía pensar invariable y perversamente en los planes quinquenales soviéticos; un... un... un...

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A quien guste de los inventarios desaforados e inacabables, le sugiero que visite El Aleph de Ramón y se pierda gozosamente en él. Por cierto, que de Ramón Gómez de la Serna estuve hablando con G. precisamente el mismo día que me expuso su método para amaestrar madres. Me preguntó si había visto yo esa película en la que sale Ramón exhibiendo una mano gigantesca. Qué pregunta, hombre. Por supuesto que sí.

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"—Dentro de unos años, a lo mejor, no hay ni aficionados a los toros, ni siquiera toros. ¿Estás seguro de que las generaciones venideras tendrán en alguna estima el valor de los toreros? ¿Quién te dice que algún día no han de ser abolidas las corridas de toros y desdeñada la memoria de sus héroes? Precisamente, los gobiernos socialistas..
—Eso sí es verdad. Puede ocurrir que los socialistas, cuando gobiernen..."

Manuel Chaves Nogales
 Juan Belmonte, matador de toros, Sevilla, 1935