domingo, 15 de abril de 2012

Arde, Miguelito

Al parecer Luis Carlos le debía a Miguel más de cuatrocientos euros. Una familiaridad excesiva y el temor a parecer avaro o desconfiado delante de los clientes habían ido engendrando... bla bla bla, bla bla bla, bla bla bla...

Sí, era muy malo. No sé cómo no me di cuenta antes. Con mucho gusto le meto fuego y aquí no ha pasado nada.

Nadie lee a Faulkner

"Mrs. Hait cobró la indemnización en dinero contante y sonante; en el banco permaneció de pie, con un mantón de calicó y el abrigo y el sombrero de su marido -que había sido hallado intacto-, escuchando en silencio mientras el corredor bancario primero, y después el cajero y hasta el propio presidente, Mr. De Spain, intentaba explicarle en qué consisten las acciones, las cuentas de ahorro, o, como último recurso, las cuentas corrientes; Mrs. Hait no se dejó convencer; se guardó el dinero en un saquito de sal, se lo metió debajo de la falda y se fue."

La ciudad. William Faulkner