domingo, 22 de septiembre de 2013

Abecedario

a) Volví a fumar, el dinero voló. b) Este verano he leído a Vonnegut, a Castaneda, a Octavio Paz (fíjense, Octavio Paz nada menos), a Bolaño, a Jodorowsky. c) Puesto a dejarme engañar por alguien, elijo sin dudarlo a Alejandro Jodorowsky. Y es que ya lo dijo Bolaño: "Cuando salí de casa de Jodorowsky supe (...) que no volvería a tener un maestro tan simpático, un ladrón de guante blanco, el estafador perfecto." También yo, menesterosa criatura —frágil, suplicante, extraviada criatura: conste que no trato de hacer literatura, solo exagero un poco para divertirles—, me dejo estafar con gusto por el Gran Mistificador. d) Maestro, ¿cómo me liberaré de mis pasiones? Respuesta: ¡La iguana! e) Ahora, como estaba prescrito desde el principio de los tiempos, estoy leyendo los cuentos de mi tocayo Pavese. Hombres devorados por los celos, mentes torturadas, pasiones eternamente insatifechas, inmadurez masculina frente a la superioridad moral de la mujer, la consecuente misoginia, el inevitable crimen... Nada que ver conmigo, por supuesto. Por supuesto, nada que ver conmigo. f) Recuerden: lavorare stanca. ¡Y tanto! g) Recuerden: vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Recuerden bien esto último, grábenselo a fuego en la memoria, porque, en efecto, vendrá la muerte y tendrá tus ojos, vaya si los tendrá. h) Recuerda, Tulio, que hace más de diez años te presté El oficio de vivir y todavía no me lo has devuelto. Pero tú tómate tu tiempo, hombre, tómate tu tiempo, que las prisas son malas consejeras. También yo debo libros y aquí estoy tan ancho, rodeado de libros propios y ajenos y fumando clandestinamente. i) Maestro, ¿cuál es el sentido de la vida? Respuesta: Hay dos clases de tontos, los que prestan los libros y los que los devuelven. j) Y también: yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, que dijo hace siglos cierto diputado del partido comunista. k) En la plaza del Cabildo de Sanlúcar de Barrameda me topé con Caballero Bonald, quiero decir con el doble de Caballero Bonald. Leía el Diario de Cádiz sentado en un velador y cuando sintió el peso de mi mirada sobre su frente apartó la vista del periódico y me buscó los ojos. Los suyos eran chicos e inquisitivos. Los míos estaban convenientemente protegidos por unas gafas de sol. Ni que decirse tiene que todo fue muy desagradable. l) Mucho me habría gustado, por el contrario, encontrarme con el fantasma de Fernando Quiñones remojándose los pies en Bajo de Guía, adonde iba yo cada mañana sólo por ver atracado en el pantalán al Real Fernando, buque que en mi vacilante memoria es poco menos que idéntico al barco de Fitzcarraldo. m) Como se ve, lo mezclo todo en la cabeza y así me va. n) De Fernando Quiñones hay que leer El testigo (ya que estás tan flamenco, Carlos García, hazte el favor de leer El testigo y luego me cuentas). De Caballero Bonald no sabría decir lo que hay que leer. De Caballero Bonald, lo que son las cosas, no sé decir nada. ñ) No logré ver al fantasma de Quiñones, pero en cambio una vez vi en la playa a un socorrista que era clavadito a Simón del Desierto. Con unas impresionantes barbas de ermitaño, flaco y meditabundo, la mirada perdida en el horizonte, el socorrista estaba encaramado a la torre de vigilancia como Simón a la columna. Mismamente Simón, como digo. Tuve un raro ataque de hilaridad que pilló por sorpresa a mi mujer y a mi hijo. Creo que mis explicaciones no les convencieron. o) Porque está escrito: "Si tu ojo derecho te escandaliza, arrácatelo y arrójalo lejos de ti." p) Y también está escrito: "Si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti." Por suerte, por desgracia, soy zurdo incurable. q) Hace unos días vi la película Iré como un caballo loco de Fernando Arrabal. Y no sé, no sé... Reconozco que veinte años atrás me habría entusiasmado. De lo que se sigue que no siempre nos suceden las cosas a su debido tiempo. Estoy por decir que nunca nos suceden las cosas a su debido tiempo, pero sería exagerar. r) Nada es gratuito, nada es porque sí. Como decía el gran Silvio Fernández Melgarejo entre vapores de Soberano: todo está bien. Y luego ya se verá, añado yo. s) Y hasta de los asuntos más turbios y dolorosos y decepcionantes puede extraerse al menos alguna enseñanza. t) Y como decía el Príncipe de los Ingenios, no hay libro tan malo que no tenga algo bueno, e incluso de un libro de Paulo Coelho o de un manual de autoayuda puede sacarse alguna cosa que echarse al gaznate. u) Seguro que de un manual de autoayuda pueden sacarse grandes cosas. Seguro que sí, hombre. v) Y ahora, una vez sentado lo anterior, gritemos todos juntos con Ejo Takata: ¡Intelectual, aprende a morir! w) Haiku: Volví a fumar / el dinero voló / ¡pero yo aguanto! x) Porque quien resiste gana. ¿Gana el qué? ¿El premio Nobel? ¿El premio gordo? y) Maestro, ¿cómo dejar de sufrir? Respuesta rápida: ¡Sandokán! z) Maestro, ¿quién soy yo? Respuesta inmediata: Tic tac, tic tac, tic tac...